En la Expo Dubai, Emiratos Árabes Unidos 2020 (2022), que se sustentó en la convocatoria de “Sostenibilidad, Movilidad y Oportunidad”, nuestro país declaró su intención de revertir el modelo de ciudad contemporánea asentado en un el crecimiento extensivo, recordando que los seres humanos somos en relación con los demás y con nuestro entorno natural. “Chile quiere explorar y aportar nuevas perspectivas para reenfocar el proceso de construcción de ciudad sostenible basado en una mejor movilidad.” Una ciudad de relaciones que se define en 7 principios, una suerte de orientación del hombre y su relación con los lugares, una óptica de ciudad proyectada por sobre las edificaciones, calles, redes y movilidades, más bien en un lugar de relaciones humanas.
Más allá de las propuestas y buenas intenciones, la realidad difiere de los planteamientos que se presentan en los foros internacionales. Chile es, sin dudas, un país de contrastes; contrastes geográficos, diversidad climática, diversidades culturales y sobretodo una creciente inequidad socioeconómica entre los habitantes que se hace visible, por ejemplo, cuando se proyectan los espacios urbanos y los sistemas de movilidad.
Estos contrastes también se reflejan en la forma cómo se aborda en nuestro país, la idea de repensar las ciudades y las movilidades entorno a ellas. Un ejemplo claro de ello lo constituye la conurbación La Serena-Coquimbo con una población hoy en día superior a los quinientos mil habitantes. Esta zona de Chile la transforma en la cuarta zona metropolitana y la de mayor crecimiento en los últimos 7 años. (INE, 2017). Lo que conlleva transformaciones espaciales y sociales asociadas a los procesos de densificación, expansión y migración interregional (Orellana-McBride, 2020).
Este nivel de crecimiento sumado a próximas proyecciones, como, por ejemplo:
Un Paso Fronterizo denominado Agua Negra que comunicará la Región de Coquimbo con la Provincia de San Juan en Argentina, estableciendo una conexión de infraestructura de transporte accesible, eficiente y sostenible.
La generación de un proyecto de Tranvía que unirá las dos ciudades de la conurbación que se construirá en cuatro años bajo una inversión pública y privada.
Un mejoramiento de la movilidad de los habitantes de La Serena y Coquimbo con una propuesta de infraestructura para una emergente zona metropolitana (Napadensky-Pastene, 2019) supone la aplicación de un Planeamiento Regulador Intercomunal con el propósito de mitigar y evitar problemas urbanos como la fragmentación, segregación y colapso vial (Orellana-McBride, 2020).
Esta condición conlleva las actualizaciones de una Normativa Medioambiental y los Planos Reguladores lo que permitiría avanzar y ordenar la inversión pública y privada en un territorio de ciudades conurbadas.
Esta discrepancia entre el pasado de La Serena-Coquimbo como un ejemplo nacional de la intervención pública y ejercicio de la planificación urbana (Plan Serena) y la actualidad, en que la conurbación es un ejemplo de metrópolis completamente neoliberal (Orellana-McBride, 2020).
La configuración actual de la conurbación ha sido consecuencia de un crecimiento demográfico, económico y social, incrementando su población en los últimos 20 años, alcanzando 506.391 mil habitantes (Coquimbo 256.735 hab, La Serena 249.656 hab). Esta continua evolución junto con una serie de presiones derivadas del auge económico, de servicios, minero y turístico que han experimentado estas ciudades como plataformas comerciales, ha generado la necesidad de re-orientar esta inevitable progresión.
En esta “necesaria transformación”, interesa centrarnos en la capacidad del hombre de pensar con equilibrio y sensibilidad, en el sentido de pensar y conocer el territorio para operar en él, transformar y adaptar el espacio urbano a sus requerimientos y aspiraciones. Así, sapiencia y práctica, saber y técnica, conocimiento y experiencia conforman una importante singularidad, haciéndonos específicos e integrales al mismo tiempo.
Por: Fernando Flores, académico de arquitectura de la U.Central Región de Coquimbo.